En 1979 el MIR elaboró una cartilla de la lucha armada, Radio TV Liberación Miguel Enríquez comparte este documento, el cual es un aporte al debate.
El MIR desde sus orígenes se planteó como parte fundamental de su estrategia para la revolución proletaria chilena el desarrollo de una línea de acumulación de fuerzas militar revolucionaria y concibió que tal acumulación de fuerzas sólo se podrá llevar a cabo mediante el desarrollo de una guerra popular revolucionaria que la más probable es que tomaría la forma inicial de una lucha y irregular prolongada.
«LA LINEA DE ACUMULACION DE LA FUERZA MILITAR REVOLUCIONARIA Y DESARROLLO DEL PODER MILITAR DE PUEBLO
A.- Objetivos y principios básicos de la estrategia militar revolucionaria.
El desarrollo del capitalismo lleva a la burguesía en su carácter de clase dominante y rectora del Estado a desarrollar un instrumento especial del aparato estatal, el ejército Burgués, instrumento de clase que sirve a la realización de la línea político burguesa mediante la violencia armada. El ejército Burgués tendrá siempre dos funciones: una, la resolución violenta de las contradicciones interburguesas (la guerra entre estados burgueses, y la guerra civil, golpes militares y estados de excepción entre fracciones de una misma burguesía nacional); la otra, imponer por medio de la violencia represiva la dominación burguesa sobre el proletariado y demás clases y capas populares cuando aquella no es capaz de conservar su poder por medios ideológicos y políticos. A medida que el desarrollo del capitalismo monopólico produce una creciente agudización de las contradicciones antagónicas entre la burguesía y el proletariado, la burguesía va fortaleciendo y perfeccionando cada vez más el carácter represivo interno del ejército burgués.
Esta ley de hierro de la dominación burguesa obliga al proletariado a desarrollar una fuerza militar independiente para poder defenderse de la represión burguesa, destruir el aparato militar contrarrevolucionario, y poder tomar, instaurar y conservar el poder revolucionario. La trágica experiencia del gobierno de la Unidad Popular de Chile nos enseña con sangre de que para llevar a cabo un proceso profundo de reformas sociales, y más aún con una revolución proletaria; es necesario armar a la clase obrera y sustituir el ejército permanente por el pueblo en armas.
Como señalaba Lenin al referirse a esta tesis fundamental de revolución proletaria establecida por Marx y Engels:.. «el armamento de la burguesía contra el proletariado es uno de los hechos más considerables, fundamentales o importantes de la sociedad capitalista moderna. Nuestra consigna tiene que ser armar al proletariado para derrotar, expropiar y desamar a la burguesía. Esta es la única táctica posible de una clase revolucionaria, táctica que resulta de todo el desarrollo objetivo del militarismo y es prescrita por ese desarrollo».
De aquí surge entonces uno de los objetivos fundamentales que inevitablemente debe considerar todo estrategia revolucionaria para tener éxito; el objetivo de derrotar el ejército burgués y desamar a la burguesía. El principio fundamental que debe guiar la estrategia militar revolucionaria será constituir la fuerza militar revolucionaria que permita derrotar las fuerzas militares de la contrarrevolución a partir del armamento general del pueblo. Como afirma Giap, «esta es una condición indispensable para garantizar y reforzar la posición independiente de la clase obrera en materia política, para defender los resultados de su lucha y crear las condiciones para la realización de la revolución proletaria».
De lo anterior se deduce un segundo principio fundamental de la estrategia militar revolucionaria y es que el contenido esencial de la ley de la violencia revolucionaria será siempre la combinación de la lucha política con la lucha armada, de las fuerzas políticas con la fuerza armada. Por ello es que la concepción de la estrategia de la revolución proletaria será siempre una estrategia político-militar.
Siendo la clase obrera una clase desposeída y desarmada la cuestión fundamental que debe resolver toda estrategia militar revolucionaria es como armar al pueblo, o dicho de otra forma, como acumular la fuerza militar revolucionaria que permita derrotar a la fuerza militar contrarrevolucionaria.
B. La insurrección de masas.
La forma superior de la violencia revolucionaria de las masas es la insurrección, es decir, cuando las masas obreras y populares en su enfrentamiento político contra la burguesía recurren generalizadamente a la violencia para derrotar las fuerzas militares contrarrevolucionarias y conquistar el poder.
Las dos condiciones básicas para el triunfo de la insurrección de masas en una situación de crisis revolucionaria son: primero, que las fuerzas revolucionarias tengan una aplastante superioridad de fuerzas sociales y políticas sobre la burguesía, la que sólo se puede obtener a través de la movilización generalizada de las masas populares y la participación activa de éstas en el levantamiento insurreccional (la huelga general es normalmente la expresión de esta superioridad social y política de masas, acompañada de participación activa de las masas en las formas violentas de lucha)
Segundo, que las fuerzas revolucionarias logren establecer una aplastante superioridad militar al inicio o rápidamente durante el curso de la insurrección, si no se logra esta superioridad militar los revolucionarios se verán obligados a pasar a una situación defensiva renunciando a la operación activa. Las consecuencias de una situación insurreccional que por no lograr la superioridad militar se ven obligados los revolucionarios a pasar a una situación defensiva lo enseñan decenas de insurrecciones fracasadas; las fuerzas reaccionarias responderán con una brutal represión sobre las masas y aniquilarán la vanguardia militar revolucionaria la cual ha debido emplearse por entero en la insurrección.
¿Cómo se puede conseguir en una insurrección esta superioridad de fuerza militar aplastante? ¿Cómo se puede armar aceleradamente a las masas durante la insurrección?
La experiencia de todas las insurrecciones triunfantes, y fracasadas a partir de la Comuna de París nos indica que sólo hay dos formas posibles: una, es que los revolucionarios logren previamente a la acción insurreccional, o con gran celeridad durante ésta, (lo que exige necesariamente un trabajo previo) ganar para el bando insurreccional a la gran mayoría de los cuerpos armados de la burguesía, es decir, que la mayor parte del ejército burgués se vuelva contra la propia burguesía y aporte o ayude a conquistar las armas que permitan realizar el armamento general del pueblo; la otra es que las fuerzas cuenten previamente a la insurrección con un ejército revolucionario independiente sobre el cual descanse la tarea decisiva de enfrentar y derrotar los principales cuerpos armados de la contrarrevolución. En uno y en otro caso, vemos que para el triunfo de una insurrección es necesario que las fuerzas revolucionarias cuenten con un ejército capaz de derrotar al ejército local, a la burguesía. Este ejército revolucionario deberá ser una fuerza militar regular, deberá enfrentarse con las fuerzas militares regulares de la burguesía. »
1. Primera etapa: El propagandístico de la lucha armada
En sus inicios el MIR surgió como un pequeño grupo propagandístico de las políticas revolucionarias y en lo que respecta a la línea militar está se limitó fundamentalmente a la propagandización en el seno de la izquierda de la necesidad de que el movimiento revolucionario llevara a cabo una política militar propia. En esta etapa no se llegó a la práctica casi ninguna forma de lucha armada, y se avanzó muy poco en la implementación de la línea militar del partido. En parte éstos se debía a las condiciones políticas imperantes en ese entonces, un régimen democrático burgués, que habría un amplio campo a la lucha legal y semilegal abierta de masas. No había aún una situación represiva que impusiera las formas de lucha armada como un imperativo para el avance de la lucha de masas reivindicativas y políticas, ni menos había conciencia alguna ni en las masas y en el proletariado de vanguardia de la necesidad de desarrollar estratégicamente las formas de lucha militares pues imperaba extensamente en el movimiento popular una profunda influencia reformista, pacifista y legalista. Por otra parte, nuestro naciente partido era aún muy débil, desligado de las masas, y tenía como tarea fundamental la de ligarse a las masas, reclutar miembros del proletariado de vanguardia, propagandizar las ideas revolucionarias.
Sin embargo, esto no significa que no era necesario iniciar la implementación de una línea militar ya que aunque no era correcto ni habían condiciones en ese momento para el desarrollo de acciones combativas, sí debía avanzarse en el estudio de las cuestiones militares, en la instrucción militar de cuadros y militantes, en el desarrollo de técnicas militares. Se topa en esa etapa con el hecho de que la dirección del partido estaba controlada por grupos troskistas y otros cuadros que concebían la política militar revolucionaria no como una práctica sino que sólo como un discurso propagandístico, o lo más como una actividad dejada a ínfimos grupos partidarios bajo lo que se llamaba la concepción del brazo armado del partido y que no era más que un pretexto para desterrar la implementación de la línea militar a un plano secundario. De hecho entonces, los esfuerzos de esta etapa por avanzar en las tareas militares está circunscritos a los núcleos juveniles del naciente partido que inician el aprendizaje del manejo de las armas más elementales, el estudio de las experiencias de lucha armada de otros pueblos y de la teoría marxista-leninista de la violencia revolucionaria, prácticas elementales en el terreno, etc.
2. Segunda etapa: el inicio de acciones de abastecimiento, de las acciones directas y la implementación práctica de una política militar.
A partir de 1967 se dan dos cambios importantes: uno, de carácter interno, es el acceso a la dirección del partido de los sectores jóvenes liderados por Miguel Enríquez, que durante los años anteriores se han fortalecido constituyéndose en la fuerza principal del partido, han adquirido una importante influencia en sectores del movimiento estudiantil y comienzan a ligarse orgánicamente con otros sectores del movimiento de masas: obreros, campesinos, poblados. Otro de carácter nacional es el desarrollo de un creciente proceso de activación de las luchas sociales ante el fracaso de la política reformista burguesa del gobierno demócrata cristiano, activación que toma especialmente en los sectores pobladores y campesinos una creciente radicalización y expresividad dado que estos sectores parecen de canales legales para luchar por sus reivindicaciones sociales. El MIR hasta entonces conformado por sectores principalmente juveniles y estudiantiles se lanzó en un gran esfuerzo por ligarse y afirmar su conducción revolucionaria, por crear partido, en el movimiento trabajador. Centenares de jóvenes militantes abandonan las universidades para irse de activistas revolucionarios a las poblaciones, a industrias y el campo. El partido empieza a extenderse nacionalmente, a crecer en los frentes de masas y cambiar su composición social.
En esta etapa el Partido también da un salto adelante en la implementación de su línea militar.
En primer lugar pasa concebirse en el partido como una organización político-militar, en que todos sus cuadros deben tener junto con la formación política una instrucción militar básica, iniciándose escuelas partidarias de defensa nacional, manejo o elemental de armas, prácticas en sectores cordilleranos, etc.
Se inicia igualmente las primeras tareas logísticas, estableciéndose pequeños talleres clandestinos que experimentan y producen las primeras armas caseras, el uso del explosivo, etc.
Se orienta el desarrollo partidario en una perspectiva estratégica, y se realizan los primeros esfuerzos de conocimiento y exploración de zonas propicias para el desarrollo de guerrillas permanentes. Se inicia el trabajo de información militar y operativa, así como las primeras experiencias de trabajo revolucionario hacia las fuerzas armadas burguesas.
Hacia el año 1969 el partido inicial el desarrollo de un nuevo tipo de estructura orgánica, político-militar, como superior al Comité Local. Esta estructura es el grupo político militar (GPM) compuesta por una agrupación de bases partidarias que se especializan en tareas de masas y tareas militares. En estas últimas desarrollan tareas logísticas (redes clandestinas de apoyo a grupos operativos, pequeños talleres de armamento casero, etc), la información operativa, y la tarea combativa (grupos operativos).
Como hemos dicho anteriormente, desde sus inicios, el MIR concibe que la lucha militar revolucionaria toma en nuestro país la forma de una guerra popular.
Éramos conscientes de que no se daban aún ni las condiciones políticas para el desarrollo de la guerra en el país (todavía había un amplio margen de lucha legal y semilegal abierta y la lucha política de masas se canalizaba a través de las elecciones y el parlamentarismo), ni la fortaleza política, militar de las fuerzas revolucionarias para lanzarse a un accionar militar de este tipo. Pero si era necesario prepararse organizativa y combativamente en esa perspectiva y ello lo concibe el partido como el inicio de una fase de acciones de propaganda armada y de acciones directas de apoyo a la lucha reivindicativa de masas que nos permitiera:
a) acumular una experiencia y fuerza militar inicial.
b) responder a las necesidades de formas violentas de lucha de masas, que ya en los sectores campesinos y pobladores y se comienzan a demostrar como indispensables para el avance del movimiento de masas.
c) ampliar la influencia revolucionaria en el movimiento de masas y lograr la incorporación de formas violentas de lucha de masas, cuestión importantísima para quienes como nosotros teníamos la concepción de la lucha militar como una guerra popular firmemente apoyada en las masas. Se desarrollan en esta etapa las acciones directas de masas que llevan a la constitución de «grupos armados de masas», o «milicias» paramilitares que realizan tareas de autodefensa contra la represión. Las primeras experiencias de este tipo se inician en el movimiento estudiantil, en los realización de la lucha callejera contra las fuerzas policiales y la defensa de los locales tomados en los paros estudiantiles. Se constituye en brigadas de choque que logran desarrollar un alto nivel organizativo y táctico en los enfrentamientos callejeros, con una graduación cuidadosa en las formas de lucha (evitando llevaré enfrentamiento al uso de armas de fuego como norma general). En el sector poblacional y campesinos la organización miliciana surge como una necesidad de la lucha por la vivienda y la tierra, como forma de autodefensa contra represión policial y de las bandas armadas de los terratenientes en las acciones de ocupación de tierra. El partido con sus cuadros militares impulsa activamente el desarrollo de esta formas paramilitares de masas, a la vez que también pone en práctica durante el año 1969 la realización de acciones armadas menores en apoyo a la lucha reivindicativa en el sector obrero industrial (en este tipo acciones no tendrán gran desarrollo ya que a partir de 1970 también en el sector obrero industrial la acción directa de masas bajo la forma de ocupación de fábricas tomará creciente fuerza).
Posiblemente las acciones que más repercusión nacional tienen durante 1969 son las de abastecimiento que tomaron la forma de expropiaciones que Bancos. El hecho de que estas acciones fueran llevadas a cabo por la dirección del Partido, tuvieron un nivel operativo mayor, fueron en su casi totalidad exitosas y golpean directamente a la gran burguesía, genera una gran simpatía popular y desencadena la represión sobre el Partido (más específicamente sobre su núcleo de dirección) obligando al primer paso a la clandestinidad.
Esta corta etapa no permite un gran desarrollo de la lucha armada, pero sí constituye la primera vez en que dentro del movimiento revolucionario y popular chileno se incrementa por una organización prácticamente una línea militar combativa, ligada estrechamente a la lucha de masas. Para el movimiento revolucionario y nuestro Partido, significó un importante atajo que permitió ganar aceleradamente una presencia nacional, ligarnos orgánicamente y ganar conducción sobre sectores del movimiento de masas (sobre todo porque este accionar iba acompañado de un intenso trabajo propagandístico y organizativo en los frentes de masas), y acumular una experiencia militar inicial.
3. Tercera etapa: la política antigolpista militar en el período pre revolucionario.
El ascenso al gobierno del presidente Allende, la ampliación de las libertades políticas del país, y la apertura de un periodo pre revolucionario, crea nuevas condiciones sociales y políticas que obligan a readecuar la implementación práctica de nuestra línea militar.
Lo primero que se hace evidente es que estando en el gobierno una fuerza popular y progresista, de amplio apoyo en los sectores trabajadores, que lleva a cabo importantes reformas económicas y sociales que beneficia a las clases populares, que amplía extraoficialmente el campo legal y semilegal de lucha reivindicativa y política, no era necesario ni correcto el desarrollo de acciones armadas enfrentadas al gobierno. Al contrario, el enemigo era la reacción burguesa que desde su poder económico, enquistado en su aparato estatal, mediante bandas armadas y grupos terroristas, desde las filas del ejército burgués, se moviliza contra el movimiento de masas y el gobierno popular.
En estas circunstancias nuestro partido adecuó su línea militar, proponiéndose las direcciones principales:
a) En primer lugar, no desviarse de nuestra línea fundamental de acumular una fuerza militar, alternativa a las fuerzas militares burguesas, independiente del gobierno y la fuerzas reformistas.
b) Seguir impulsando las formas de organización militares o paramilitares de masas con propósitos inmediatos concretos: el apoyo a las luchas reivindicativas (ocupación de fábricas, reforma agraria, etcétera), autodefensa contra los ataques armados de las bandas patronales y la oficialidad reaccionaria, y prepararse para enfrentar las acciones subversivas, asonadas callejeras y el peligro golpista de la reacción burguesa.
c) Intensificar, bajo formas abiertas clandestinas, el desarrollo del trabajo revolucionario en las filas de las fuerzas armadas burguesas, impulsando la realización de los sectores identificados con la izquierda antigolpista.
d) Seguir desarrollando en el seno del Partido la capacidad militar en las estructuras, dar un salto en el desarrollo técnico militar, en aprovisionamiento recursos militares, en el trabajo de sectores y zonas estratégica para la guerra popular.
f) Impulsar la coordinación en el plano militar con el gobierno y las fuerzas de la izquierda tradicional, en vistas a la lucha común contra la contrarrevolución.
g) Buscar el apoyo del movimiento revolucionario mundial al desarrollo de nuestra línea militar, especialmente en la instrucción de cuadros y armamentos, bajo el marco de una política de unidad de las fuerzas populares en el enfrentamiento al golpismo, pero conservando nuestra independencia política y organizativa militar.
Nuestro Partido desde el primer momento es consciente y de que el proceso pre revolucionario que se ha abierto en el país tendrá que inevitablemente definirse en el campo del enfrentamiento militar, ya que la reacción burguesa no contemplara pasivamente el avance del movimiento revolucionario. Era evidente ya habían suficientes elementos para tener claro que la burguesía se apoyaría en su acción contrarevolucionaria en la oficialidad reaccionaria (procurando establecer la disciplina y unidad interna dentro de las fuerzas armadas), para lanzar su ofensiva contrarevolucionaria que le permitiera detener y reprimir el avance de las masas y del movimiento revolucionario, y recobrar el gobierno.
Las características específicas del período no hacían posible el desarrollo durante esta etapa de un enfrentamiento militar inmediato y abiertos contra la reacción burguesa, sobre todo porque las políticas pacifistas y legalistas de las fuerzas de gobierno era hegemónicas en el movimiento de masas y una acción de este tipo nos hubiera llevado a una situación de aislamiento de las masas. La única política posible era aprovechar las condiciones para intentar acumular la mayor fuerza militar posible mediante el trabajo en las fuerzas armadas, el impulso de formas armadas en la autodefensa y el desarrollo de las fuerzas militares partidarias, a la par de llevar a cabo una política de impulso de la radicalización y avance de la lucha social y política de masas que permitieran elevar la conciencia revolucionaria de éstas disputandole su conducción al reformismo. La agudización de las contradicciones de clase al interior de las fuerzas armadas nos hacían pensar que aunque era muy difícil ganar la mayoría de estas para el bando popular, si era posible arrastrar a sectores importantes de los soldados, clases y núcleos de suboficiales e incluso democráticos. A la vez, la existencia de un gobierno popular y el propio peligro golpista ampliaba el espacio para poder dar un salto adelante en la preparación militar partidaria y paramilitar de masas. De esta forma, aunque no pensábamos que era posible acumular la suficiente fuerza para aplastar militarmente al golpismo, si estimábamos que se podría desatar una situación de guerra civil en que se diera inicio a una guerra popular y revolucionaria a niveles superiores a la lucha guerrillera. El hecho de que hubiera un gobierno popular no sólo entregaba la legitimidad diplomática internacionalista de los países socialistas, sino que además nosotros conocíamos de la disposición de estos de prestar esa ayuda si el gobierno popular lo solicitaba.
El partido logró durante estos tres años un importante avance en las tareas militares partidarias: se fortalecen los grupos combativos en estructuras locales y se inicia la constitución de fuerzas centralizadas a nivel regional; se hace un progreso enorme en las tareas logísticas, particularmente en lo que se refiere a la producción de armamentos; se da un gran salto en las tareas de información, se conforma una comisión militar que adquiere un buen nivel técnico, se avanza en las comunicaciones, se elaboran planes de emergencia ante la eventualidad de un golpe estado, se obtiene cierta cantidad de armamento.
También, especialmente durante 1972 y 1973, se avanza en la organización de los frentes de grupos de masas armada y en la instrucción primaria de ellos, aunque nunca logramos llegar a constituir una organización regional y nacional de Milicias Populares. Es aquí el factor político, el combate ideológico y político del reformismo contra las realización militar de masas, lo que atenta contra desarrollo acelerado de una fuerza armada de masas.
En cuanto al trabajo revolucionario en las fuerzas armadas éste toma mayor fuerza a partir de 1972, tanto en la agitación abierta de masas hacia soldados, como en la organización de núcleos de uniformados democráticos, muchos de los cuales surgidos espontáneamente. Conocido es el fuerte combate desde el propio gobierno contra esta política revolucionaria en las fuerzas armadas, el cual incluso llegan aquel gobierno respalde las medidas represivas de la oficialidad reaccionaria contra los núcleos democráticos de uniformados, provocando con ello la confusión y desmoralización de estos últimos. El golpe de muerte fue el encarcelamiento de marineros y de suboficiales que se habían organizado para defender al propio gobierno.
Tampoco, a pesar de nuestros incansables esfuerzos y el estímulo de sectores del movimiento revolucionario mundial, logró prosperar el desarrollo y coordinación de una política militar antigolpista del conjunto de la izquierda. Los partidos tradicionales de la izquierda carecieron de toda política militar, a no ser la constitución de grupos de seguridad y guardia partidarias, que más que nada servían como elemento de presión y manejo en favor de los apetitos políticos de tal o cual grupo partidista. A medida que el gobierno se inmovilizaba, perdía toda iniciativa y se dejaba llevar por una política cada vez más claudicante que no sólo se cerraba al apoyo del movimiento revolucionario mundial en la preparación de una fuerza militar propia, sino que se hacía evidente que incluso en caso de enfrentamiento no recurriría a ese apoyo.
Durante el último año, se va siendo evidente que es muy difícil poder enfrentar con éxito el golpe militar reaccionario, pero las esperanzas están cifradas en la posibilidad de que la creciente influencia de masas del partido nos permita desplazar la conducción reformista en crisis y articular una contraofensiva revolucionaria masas. También se mantienen las expectativas en el trabajo revolucionario dentro de las fuerzas armadas que durante el primer semestre de 1973 crece enormemente. El partido se vuelca en un gigantesco esfuerzo tendiente a impulsar esta contraofensiva de masas.
A partir del Tanquetazo, de la creciente acción represiva de la oficialidad reaccionaria sobre el movimiento de masas, amparada en la ley de control de armas y los estados de emergencia decretados por el gobierno, la fuerte represión interna desatada en las fuerzas armadas que el gobierno deja llevar a cabo impunemente o inclusive legitíma, ya es un hecho que no será posible detener militarmente un golpe reaccionario. El partido se esfuerza en estos últimos meses en tomar medidas que permitan preparar mejor condiciones para una resistencia militar irregular en las zonas social y geográficamente más favorables para ello, especialmente en el sur del país. Pero realizamos esta adecuación en circunstancias en que el grueso del esfuerzo del partido sigue concentrado en el impulso de la contraofensiva de masas, en que la represión del ejército se acrecienta y debemos tomar mayores medidas de resguardo, en medio de constantes estados de alerta partidario que gastan al partido y le restan iniciativa. Pasamos cada vez más a una situación defensiva, no en lo político sino en lo militar. Nuestros planes militares fuera inicialmente diseñados en la perspectiva de un enfrentamiento con la reacción en que el movimiento popular y revolucionario tomaran la iniciativa, neutralizar políticamente sectores de las fuerzas armadas, pasar a otros al bando popular y enfrentara a la oficialidad reaccionario de este dentro de sus propias fuerzas; que constituyera grupos de masas con cierta instrucción previa que pudieran ser rápidamente armados; y contara con unidades partidarias bien preparadas y armadas que pudieran golpear con audacia; controlara sectores urbanos donde pudiéramos contar con bases desde donde movilizar nuestras fuerzas cortando el país; y aislando los sectores golpistas, cercando y golpeándolo; un plan que permitiera controlar y hacerse fuerte en zonas del país susceptibles de ser defendidas hasta contar con apoyo externo. Pero ocurre que quien toma la iniciativa con esas medidas represivas parciales pero creciente y aprovechando la claudicante política del gobierno, son las fuerzas militares de la reacción, y nuestros planes van adquiriendo inevitablemente un carácter defensivo. El golpe de Septiembre nos demostrará que no es posible enfrentar con éxito la acción represiva de fuerzas militares regulares, con fuerzas irregulares enormemente menores, fijándose en puntos de resistencia urbanos, con formas regulares de lucha, con débil armamento. El enemigo tomando la iniciativa, actuando por sorpresa logró inmovilizar y aislar focos de resistencia, golpeándolos con todo su poderío de fuerzas regulares y su poderoso armamento.
Al analizar críticamente esta última fase de la etapa a que nos referimos, nuestra dirección estima hoy que cometimos un grave de error al no apreciar entonces en todo su peso el cambio de correlación de fuerzas globales que se producen después del Tanquetazo, y al no haber tomado medidas de rea adecuación mucho más radicales de nuestros planes de resistencia para adecuarlos a la desventajosa situación militar concentrando mayores esfuerzos en la preparación de condiciones para una resistencia bajo formas de lucha irregulares clandestinas y con pequeñas fuerzas permanentes móviles. No quiere esto decir que no pensemos en que no debimos haber resistido junto a las masas al golpe, aun a sabiendas de que no era posible vencer y que pagaríamos un gran costo, pues creemos que ello era correcto y necesario pues la vanguardia revolucionaria debe en cierta coyunturas históricas hacer grandes sacrificios para no abandonar jamás a las masas en la lucha. Lo que queremos precisar es que aunque de ningún modo hubiéramos podido detener el golpe, creemos que el haber adecuado nuestras formas de resistencia a las condiciones militares desventajosas desarrollando las formas de lucha indicadas, nos hubiera permitido reducir en parte los costos de iniciar en mejores condiciones políticas y militares en la larga lucha de resistencia ante dictatorial.
4. Cuarta etapa: la resistencia anti dictatorial y la supervivencia armada
Con el golpe militar de septiembre de 1973 la burguesía ocupa militarmente el país y desata una guerra abierta contra el pueblo, asesinando a miles trabajadores, violando las instituciones democráticas creadas por ella misma, eliminando las libertades políticas y sociales, instaurando una dictadura brutalmente represiva. Al desatar esta guerra contra la clase obrera y el pueblo, la burguesía genera en nuestro país las condiciones ideológicas, políticas y sociales que hacen en la conciencia de las masas trabajadoras legítima y necesaria la resistencia armada contra la dictadura. Desde este punto de vista podemos decir, entonces, que por primera vez después de muchas décadas se abren las condiciones ideológicas, políticas y sociales para el desarrollo de la guerra revolucionaria bajo la forma de una guerra de resistencia popular de carácter democrática y revolucionaria.
Para llevar a cabo esta guerra no basta que se den las condiciones históricas generales favorables, es necesario también que se den o preparé las condiciones de lucha social y política, los niveles de organización y preparación militar que hagan posible su concreción. Desde este punto de vista conocemos que la derrota sufrida en septiembre de 1973 y la posterior represión dictatorial empuja al movimiento de masas a un profundo reflujo y golpea duramente las fuerzas populares y revolucionarias forzándolas también al repliegue.
El MIR apreciando esta situación que presenta condiciones históricas que favorecen y hacen necesario el desarrollo de la guerra de resistencia popular, y a la vez viendo que no hay las condiciones inmediatas para poder llevar a cabo la lucha militar irregular contra el ejército dictatorial, se plantea como etapa previa a la lucha guerrillera asegurar primero la sobrevida clandestina de las fuerzas del partido y la resistencia organizada y preparar al mismo tiempo para retomar la iniciativa táctica desarrollando una fase de lucha armada que a través de acciones de propaganda armada y acciones directas, mediante el trabajo y organizativo, político y militar, y el impulso de la lucha de masas, permitan crear las condiciones que hagan posible el desarrollo de la lucha irregular.
No nos corresponde aquí analizar con detalle el desempeño, bastando señalar que el proceso de reflujo del movimiento de masas y la fuerte represión desencadenada por la dictadura contra éste y contra el partido nos impuso un total repliegue en todos los teatros de lucha militar. En el sector rural, particularmente en aquellas zonas donde el partido había logrado una mayor influencia y desarrollo en las masas, la represión dictatorial tuvo especial virulencia, asesinando y llevando a prisión a la mayor parte de los dirigentes y cuadros del movimiento campesino revolucionario y de la izquierda en general; y esta acción represiva obliga al resto de los cuadros partidarios conocidos a salir de esas zonas campesinas y trasladarse clandestinamente a las ciudades. En todos zonas del sur del país, cuadros regionales y locales del partido (Arauco y Valdivia) después de resistir contra las fuerzas golpistas se repliegan hacia la cordillera, sobreviviendo como pequeños grupos guerrilleros por varios meses. La dictadura de inmediato movilizó un gran contingente de tropas estableciendo un cerco estratégico, puestos de aseguramientos la zona, y junto con controlar y reprimir al campesinado local procedió a rastrillar y acosar a los grupos partidarios. Estos grupos con mínimo armamento, con muchas de sus miembros sin preparación previa para este tipo de luchas, con su base social fuertemente reprimida y organización partidaria desarticulada se vieran en muy difíciles condiciones perdiendo la iniciativa. El partido en las ciudades, igualmente reprimido y en repliegue, tampoco pudo apoyar a estos grupos. Varios de estos compañeros después de tan heroica resistencia a en tándem ventajosas condiciones son asesinados o hechos prisioneros, mientras el resto se repliega a Argentina o bajan a las ciudades por indicación del partido.
En las ciudades aunque la represión es igualmente dura, el partido logra pasar a la clandestinidad un número importante de sus efectivos y reorganizarse, iniciando la tarea de impulsar la nueva lucha resistencia antidictatorial. En el plano militar las nuevas condiciones represivas, de debilidad orgánica, de reflujo de masas, obligan a dar un paso atrás en los niveles anteriores alcanzados en las tareas militares; no es posible en esta situación mantener las estructuras militares centralizadas (unidades operativas, talleres, etc.) y se debe lamentablemente ir a un proceso de descentralización que hace caer violentamente el nivel de especialización indispensable para asegurar un grado superior de capacitación militar. Las tareas militares, los cuadros especializados, los depósitos de armas y talleres, son reprimidos con especial ahínco por los aparatos de la dictadura y sufrimos en los dos primeros años muchas pérdidas en hombres y recursos.
Al perderse la iniciativa militar, las formas de lucha armada se vuelven una suerte de supervivencia armada, y se crea una situación no sólo de defensa estratégica, sino también de defensa tácticas. La lucha armada se torna totalmente defensiva, un instrumento para repeler y sortear los golpes represivos, para defender la sobre vida física y política de la organización, pero no permite acumular fuerza militar. La única forma de acumular fuerza militar en situación de represión armada sobre la fuerza revolucionarias es que éstas logren romper el acoso represivo, retomar la iniciativa y desarrollar acciones tácticas ofensivas. Dado que las fuerzas revolucionarias estarán siempre durante un largo período en una situación de correlación de fuerzas militares abrumadoramente desfavorable (pequeños grupos irregulares enfrentados a un inmenso ejército regular), en lo estratégico deberán operar en condiciones de defensa estratégica (mientras no acumulen la fuerza militar que les permita invertir globalmente la correlación de fuerzas militares, lo cual se logrará en las etapas finales de lucha y exigirán la constitución de fuerzas militares revolucionarias de tipo regular). Pero lo que permite acumular fuerza militar es el desarrollo de ofensivas tácticas, a través de formas de lucha armada irregular y con pequeñas fuerzas iniciales que golpean el enemigo en sus puntos débiles (cuando el enemigo para controlar el territorio y el orden social debe dispersar su fuerzas)
Es por ello que tanto en el campo como en la ciudad, con tipos fuerzas y métodos distintos, la estrategia represiva de las fuerzas burguesas será siempre la misma: a) Utilizar su fuerza estratégica militar para reprimir al movimiento de masas, impedir el apoyo de éste a los núcleos regulares; b) Utilizar fuerzas represivas urbanas y rurales especiales para acosar permanentemente a los núcleos clandestinos o irregulares, desgastarles, impedirles apoyarse en las masas, y quitarles la iniciativa, y lograr ubicarlos, fijarlos físicamente en un lugar cercarlos y aniquilarlos militarmente.
Por su parte, las fuerzas revolucionarias reprimidas deberán responder a esta estrategia represiva: a) procurar mediante los métodos de lucha clandestina en las ciudades y el campo, mediante la extrema movilidad en el caso de una guerrilla permanente o combinando ambos métodos, evitar ser detectados, y cuando lo sea rompen el contacto mediante la misma movilidad y métodos clandestinos si es posible, o sino mediante golpes armados (emboscadas urbanas y rurales, romper cercos, etc.); sólo cuando una fuerza revolucionaria rompe el acoso puede ganar la iniciativa para golpear tácticamente el enemigo, y sólo golpeando incesantemente mediante la iniciativa táctica se puede evitar el acoso; b) pero para que una fuerza revolucionaria clandestina o irregular abiertas pueda tener la iniciativa debe antes asegurar su sobrevida, lo cual en parte se logrará mediante el correcto empleo de los métodos de lucha clandestina y de guerra irregular, pero básicamente dependerá del apoyo que encuentre en el movimiento de masas. La correlación entre las masas y la vanguardia revolucionaria político-militar es uno de los factores más difíciles de todo proceso revolucionario, pues no es en absoluto una relación mecánica, sino dialéctica. Ocurre que si bien la vanguardia está condicionada en sus formas de organización y lucha, por los niveles de activación, los niveles de conciencia, la experiencia concreta de lucha, por su influencia difusa y su ligazón orgánica al movimiento de masas, por otra parte todos esos factores señalados del movimiento de masas se verá a su vez influídos por la propia acción de la vanguardia, los éxitos políticos y militares que obtenga, la capacidad de elevar la moral de lucha de las masas, de indicarles el camino, la forma de realización y lucha adecuadas. Las contradicciones sociales y económicas, las correlaciones de fuerzas, las tradiciones y experiencias de lucha, el grado de descontento y el odio, el grado de consciencia y el ánimo, imprime determinadas tendencias a la lucha de clases y el movimiento de masas y las cuales la vanguardia en su opción política y, mucho más cuidado a en su acción militar debe ser capaz de detectar para aprovecharlas y la vez incidir favorablemente sobre ellas. El marxismo-leninismo nos entrega instrumentos conceptuales, experiencias acumuladas en teoría, que nos ayudan a aproximarnos a la correcta detección de estos factores y tendencias, pero nunca se logrará plenamente, y definitiva sólo la práctica, el ensayo y el error, la corrección de los errores, y los resultados concretos que permitirán llegar a encontrar las formas adecuadas de organización y lucha a las correlaciones de fuerzas y tendencias específica de la lucha de clases y del movimiento de masas en cada momento.
Después del golpe de estado nuestro partido se centra correctamente en asegurar la supervivencia poniendo la lucha armada al servicio de este objetivo. También decide correctamente que el problema fundamental es lograr articular un movimiento resistencia masas, una fuerza política de masas enfrentada a la dictadura que de sostén al desarrollo de formas políticas y militares superiores de lucha. Pero siendo la represión militar el instrumento principal de la burguesía para impedir el desarrollo de ese movimiento anti dictatorial, será necesario recurrir a formas de lucha armada que permitan abrir espacios, apoyar el desarrollo de ese movimiento de resistencia: las formas más simples de lucha armada de apoyo a la lucha de masas y de la resistencia política son las de la propaganda armada, las acciones directas, de defensa contra represión, de desgaste y diversión de las fuerzas represivas.
Una vez lograda la reorganización del partido durante el año 1974, el partido intento retomar la iniciativa táctica desarrollando acciones de propaganda armada menor y diversión de los aparatos armados represivos. Pero a esta altura es cuando el movimiento de masas entra en su fase de mayor reflujo, y la sóla acción del Partido y los núcleos de resistencia organizados no son capaces de invertir esta situación. Están bien la fase en que la represión se lanza con mayor fuerza implantando el acoso sobre el Partido. La falta de experiencia en la lucha clandestina, los errores cometidos en la defensa contra la represión, nuestras falencias en la lucha militar irregular, contribuyen a facilitar este acoso y golpes represivos. El Partido no logra retomar la iniciativa militar, y se ve restringido al uso formas de lucha armada como instrumento de sobrevida e incluso ésta de forma limitada.
5. Quinta etapa: etapa actual, propaganda armada y retoma que iniciativa táctica menor.
Durante 1966-1977 el partido evita golpes represivos de envergadura, se ve favorecido por el inicio del proceso de recomposición y reactivación del movimiento de masas, y manifiesta una tendencia de lento remontamiento orgánico y ligazón con el movimiento de masas. En el exterior, el partido logró avanzar en su organización y desarrollo de tareas de apoyo de retaguardia en forma más orgánica y sistemática. Esta situación permitirá al partido retomar lentamente la iniciativa en las tareas militares. En el interior, desde mayo de 1977 el Partido inicia periódicas campaña de propaganda armada menor como postura de bombas de ruido, cafeteras, sabotajes, delanteros, etc. al mismo tiempo se impulsar el reinicio de tareas logísticas (talleres), instrucción militar elemental (cursillos, manuales, etc.) en la militancia partidaria. En el exterior se avanza en el desarrollo de escuelas político militar para la formación de cuadros militares técnicos y combativos. En el plano militar, el partido comienza hagan bien lentamente a retomar la iniciativa desarrollando pequeñas ofensivas de propaganda armada muy limitadas aún, pero que permite comprobar en la práctica que se van configurando nuevas tendencias en la lucha de clases y el movimiento de masas, que hacen posible que el partido se plantee el inicio de una nueva etapa de lucha armada.
El acoso represivo sobre el partido no tarda en dejarse sentir, y errores en los métodos de lucha clandestina y contra la represión facilitan que nos asesten duros golpes. Pero a diferencia de las situaciones anteriores, aunque hay retroceso temporal en el remontamiento de las tareas militares, esta vez el Partido retoma la iniciativa desarrollando durante el segundo semestre del presente año nuevas ofensivas de propaganda armada menor. Lo que ocurre es que durante el presente año el movimiento de masas manifiesta un flujo en su activación y lucha. Y ello permite también fortalecer a la vanguardia, ganar mucho más apoyo orgánico, reclutar y extenderse orgánicamente. En el propio movimiento de masas hay un cambio cualitativo, en su unidad, en su enfrentamiento al estado dictatorial en su espíritu de lucha, en la asunción de formas de luchas ilegales y en los sectores de vanguardia proletaria y formas violentas de lucha. Surgen así condiciones sociales y políticas concretas que permiten pasar de la supervivencia armada a un etapa superior de lucha armada.
Nuestro partido caracteriza esta etapa militar que iniciamos como una etapa en que siempre en la defensiva estratégica los revolucionarios retomamos la iniciativa táctica desarrollando:
a) Un accionar de propaganda armada, de acciones directas de apoyo a la lucha de masas, de lucha contra la represión, de apertrechamiento, utilizando formas irregulares clandestinas de lucha y constituyendo a partir de la resistencia organizada y del partido pequeños grupos combativos.
b) El impulso de forma clandestinas de autodefensa contra la represión en el movimiento de masas y la resistencia organizada, mediante la constitución de núcleos de autodefensa bajo la forma de Milicias Resistencia Popular clandestinas.
Ambas formas de lucha armada, la propaganda armada (más acción directa, apertrechamiento, etc.), y la autodefensa tienen como objeto fundamental en el plano militar romper el cerco represivo y abrir espacios al desarrollo del movimiento de resistencia de masas, a la lucha reivindicativa y política, pues estimamos que el desarrollo de formas superiores de lucha militar debe corresponderse con una situación de activación mayor de las luchas sociales y políticas anti dictatoriales.
Junto con impulsar el desarrollo de la lucha de masas y la resistencia organizada, de fortalecer el Partido, este accionar armado persigue también acumular una fuerza militar inicial, y de experiencia combativa y de constitución de fuerzas, que permitan el paso a formas superiores de organización y lucha militar irregular.
c) el trabajo partidario de desarrollo político orgánico, de preparación militar y fogueamiento inicial de cuadros, construcción de redes clandestinas, desarrollo técnico y logístico, de informaciones y trabajo de la resistencia en las filas enemigas y constitución de fuerzas, y con el propósito de preparar las condiciones organizativas y militares que permitan el desarrollo de una etapa superior de lucha armada y en que se pase al enfrentamiento directo del ejército enemigo mediante formas de organización y de lucha irregulares clandestinas, y semi-permanentes y permanentes.
Los pilares tácticos del accionar armado en esta etapa serán:
a) Fortalecer y desarrollar la ligazón político-orgánica con el movimiento de masas, y particularmente con su proletariado de vanguardia, que permite asegurar un firme apoyo en la resolución de los problemas de supervivencia y en general logísticas de los núcleos armados de la resistencia.
b) Evitar el acceso represivos de la dictadura sobre los núcleos armados escudándose en el fortalecimiento de los métodos clandestinos de trabajo y lucha, desarrollando los métodos y técnicas armada para repeler y golpear fuerzas especiales represivas.
c) Desarrollar acciones armadas que evitan el enfrentamiento militar directo con las fuerzas del ejército enemigo, que utilicen la superioridad táctica, la sorpresa, la rapidez, repliegue acelerado a la clandestinidad graduando el tipo de acciones a los niveles de actividades de la lucha de masas, los niveles organizativos y militares de la vanguardia.
d) Operar con muchos pequeños grupos operativos armados, realizando muchas acciones menores, en muchos lugares, con el propósito de obligar a la dispersión de la fuerza enemiga.
Finalmente en necesario precisar que estas formas de lucha que se plantean tienen un límite bastante estrecho en cuanto a la acumulación de fuerza militar. Esta formas de lucha se plantean en correspondencia a la situación todavía inicial del flujo del movimiento de masas y de la necesidad de avanzar más en el fortalecimiento político de la resistencia para poder desatar formas de luchas militares superiores, y de las limitaciones orgánicas y militares que nuestra fuerza partidaria. Para poder acumular fuerza militar a niveles mayores, la única forma posible es el enfrentamiento militar directo contra las fuerzas militares de la dictadura, y el aniquilamiento de la fuerza enemiga con la conquista de medios bélicos a través del combate. Por ello esta etapa de retoma de la iniciativa armada en términos generales caracterizados como una etapa de desarrollo de la propaganda armada tiene inevitablemente un tope militar muy estrecho, tanto porque anclarse en esta forma de lucha no permite avanzar en la acumulación de fuerza militar, como porque el desarrollo y extensión de la propaganda armada llevara también el endurecimiento de la represión militar de la dictadura a un punto en que no será posible vencerla sin pasar a que las acciones de aniquilamiento de la fuerza militar enemiga sea el objetivo principal del accionar armado, la única forma de quitarles la iniciativa militar al enemigo.
6. Futuras etapas de la guerra resistencia popular dentro de la defensiva estratégica.
A) Etapa de la lucha guerrillera.
Hemos señalado anteriormente que la etapa de propaganda armada tiene por objetivo contribuir al desarrollo de la lucha social y política antidictatorial, y la de preparar las condiciones organizativas y militares para el desarrollo de la lucha irregular contra las fuerzas regulares y especiales del ejército dictatorial. Esta lucha irregular o guerrillera, tiene como finalidad la acumulación de fuerza militar mediante ofensivas tácticas de desgaste y aniquilamiento de fuerza militar enemiga y la obtención de armamento y otros recursos militares. La guerrilla tendrá también objetivos políticos como son, en primer lugar, el de acrecentar la confianza de las masas en la lucha antidictatorial a través de los éxitos militares de la resistencia que demuestra a la primera que es posible golpear y derrotar el pilar represivo en que se sustenta la dictadura, lo cual será un factor catalizador para impulsar la lucha social y política de masas a niveles superiores y ganar para las filas de la resistencia armada a crecientes sectores del movimiento de masas; a la vez, la guerrilla tiene también el objetivo de desgastar enormes recursos económicos y militares en la lucha contra la resistencia armada sin lograr destruirla, desmoralizar el ejército enemigo combinando el trabajo revolucionario y democrático en sus filas y el incesante hostigamiento y golpes de aniquilamiento guerrilleros, sabotear la economía y golpear a las instituciones estatales y las principales personeros de la burguesía y la dictadura, en fin, demostrar la incapacidad de la dictadura para controlar el orden interno del país generando la desconfianza de la burguesía local y extranjera y la agudización de las contradicciones internas de la clase dominante.
Es verdad que en relación al enorme poderío militar de la burguesía se puede decir que la guerrilla inicia su lucha prácticamente de cero, con mínimos recursos militares. Pero esto no debe llevarnos a la equivocación de creer que se puede desarrollar exitosamente la lucha guerrillera sin ciertas condiciones sociales y políticas, y sin perspectivas orgánicas y militares. Por ello nuestro Partido se ha planteado una etapa previa, que llamamos propaganda armada, que tiene por función preparar estas condiciones. Nuestro Partido estima que las siguientes son las condiciones para el inicio y desarrollo exitoso de la lucha guerrillera:
Condiciones sociales y políticas:
que el movimiento de masas manifieste un ascenso sostenido en sus luchas reivindicativas y anti dictatoriales, incorporando a sectores amplios de masas a esta lucha en las principales zonas urbanas y rurales del país, creando un clima de agitación nacional
que la resistencia y el partido hayan reorganizado sus núcleos, estén ligados orgánicamente y hayan afirmado un grado de conducción e incidencia en los frentes de masas geográficamente sociales que son estratégicos para el desarrollo de la guerra popular y resistencia en el país
Condiciones organizativas y militares:
que el partido haya construido una base de apoyo social organizada de la resistencia armada, redes clandestinas de comunicaciones y logística, que aseguren la sobrevida tanto de los grupos guerrilleros clandestinos, semi-permanentes y permanentes.
que el partido haya constituído grupos combativos irregulares clandestinos, semipermanentes, con combatientes bien preparados para la supervivencia y modalidades de lucha en cada teatro de operaciones, adecuadamente armados y apertrechados, con conocimiento a fondo de las características geográficas, sociales, políticas y militares de su teatro de operaciones, con información de las fuerzas enemigas y sus tácticas, y con capacidad de golpear nacionalmente para dispersar a la enemigo.
Por las características geográficas, económicas de las fuerzas sociales y su distribución poblacional, por las dimensiones y características de las fuerzas militares enemigas, nuestro Partido concibe el desarrollo de la lucha guerrillera con pequeñas fuerzas de gran movilidad y de composición múltiples, diversas formas de lucha militar irregular, y coordinadas entre sí de modo de establecer un dispositivo estratégico nacional que permita desgastar al máximo política y militarmente a la dictadura, y sacar el mejor provecho de la contradicción para poder asestar golpes de aniquilamiento en muchas partes. Como es sabido, tres son las contradicciones principales, sobre cuyo aprovechamiento descansa la lucha guerrillera:
• Una de carácter político, es que ante la acción de fuerzas guerrilleras sobre todo cuando éstas operan golpeando coordinadamente a través de todo el país en el ámbito rural y urbano, la dictadura debe intentar llevar a cabo una guerra de decisión rápida en lo estratégico pues la acción de resistencia armada le significará el gasto de enormes recursos económicos y militares, lo que conlleva un gran desgaste político: en lo táctico, la dictadura no buscará combates de decisión rápida, sino por el contrario intentará siempre fijar físicamente a los grupos guerrilleros mediante cerco para ganar tiempo y aprovechar su superioridad estratégica que le permite concentrar enormes fuerzas para aniquilar el grupo irregular cercado. La lucha irregular busca sacar provecho de estas contradicciones desarrollando una concepción de guerra de decisión prolongada, es decir, un proceso largo de acumulación de fuerza y también de largo desgaste económico, militar y político del enemigo. La guerrilla evitarán siempre en lo táctico combates de decisión prolongada los cuales vimos le son desventajosos con y buscará al contrario golpes en que tenga superioridad táctica y decida rápidamente el resultado del combate para retirarse velozmente (por eso la táctica preferida de la guerrilla son las emboscadas, los golpes de mano tipo comando, el sabotaje, las trampas, etc.). Sólo en la medida en que la guerrilla va acumulando fuerzas superiores, en que ha hecho perder toda la iniciativa al enemigo, pasará a emplear otras tácticas de luchas.
• Una segunda contradicción de tipo político-militar, entre la dispersión y concentración de fuerzas. La superioridad de la dictadura está en su capacidad de concentrar grandes fuerzas con las cuales enfrentar a las débiles fuerzas irregulares. La estrategia de la guerrilla será siempre la de evitar enfrentarse contra las fuerzas enemigas concentradas, es decir, evitar combates en que el enemigo tenga superioridad táctica. Para ello la guerrilla seguirá la estrategia de dar pequeños golpes en muchos lugares claves (sabotajes, golpes de mano, atentados, expropiaciones, etc.) Y aprovechar aquellas zonas no controladas militarmente por el enemigo. La dictadura cuya función estatal es asegurar el orden interno, proteger la economía y la propiedad privada de la burguesía, evitar el desarrollo de la resistencia y que la guerrilla tome el control de zonas, se verá obligada a dispersar sus fuerzas militares para resguardar los intereses de la burguesía, las instalaciones industriales, las vías de comunicación y energía, el orden público y asegurar el control territorial. Será esta dispersión de fuerzas enemigas (pequeñas instalaciones militares, y patrullas, puntos de vigilancia, etc) lo que permitirá a la guerrilla operar en condiciones de ventaja táctica sobre estas unidades enemigas más débiles golpeándolas y aniquilándolas. Por muy superiores que sean los recursos militares del enemigo, tampoco son ilimitados, y si la guerrilla opera golpeando a través del país a la véz a la dictadura le será muy difícil reforzar ilimitadamente su fuerzas dispersas. La experiencia de la guerras revolucionarias enseña que las fuerzas militares reaccionarias se verán obligadas a concentrar fuerzas para evitar ser aniquiladas con lo que abandonan territorio, el cual ocupa la guerrilla fortaleciendo la resistencia política y militarmente.
• Una última contradicción de tipo militar, entre la concentración y la movilidad. El ejército tienen grandes unidades y poderosos medios de guerra pero el empleo de esta fuerzas exige también grandes líneas logísticas y de comunicación, todo lo cual le da muy poca movilidad a las unidades regulares enemigas. La guerrilla, de unidades pequeñas, armamento ligero, buen conocimiento del terreno y con base social de apoyo, tiene una movilidad enormemente superior, lo cual hace a un ejército regular muy difícil poder ubicarla, cercarla, fijarla y aprovechar contra ella su superioridad estratégica para aniquilarla. Con el propósito [de resolver] este problema táctico, los ejércitos y fuerzas represivas han desarrollado formas de organización, métodos, tácticas y medios técnicos especiales de lucha contra las fuerzas irregulares clandestinas y permanentes: el fundamental se trata de emplear unidades especializadas más pequeñas, dándoles movilidad con medios técnicos (aerotransporte, vehículos rápidos en la ciudad, comunicaciones radiales, armamento liviano, etc.) Y tácticas como la acosamiento, el cerco táctico y el fijamiento. Sin duda que este desarrollo de las tácticas anti-insurreccionales o contra-guerrilleras exigen a las fuerzas irregulares clandestinas y permanentes, en el ámbito rural y las ciudades un desarrollo y perfeccionamiento mucho mayor de sus métodos de trabajo clandestinos, medidas de resguardo contra la infiltración, conocimiento del terreno, y extrema rapidez operativa, perfeccionamiento técnico del armamento de guerrillero, y sobre todo en las tácticas anti-represivas que permitan impedir el acosamiento (lo cual por su parte también la experiencia guerrillera en la última década ha desarrollado mucho). Pero, en definitiva, la táctica de fuerzas especiales antiguerrillas no logra superar la contradicción básica de las fuerzas enemigas entre concentración y movilidad; para poder adquirir movilidad el enemigo no puede operar con una gran concentración de fuerzas y debe operar entonces con unidades más pequeñas (escuadras y pelotones, a lo más compañías) que aunque se especialicen y perfeccionen su táctica y medios no deja por ello de ser una dispersión de fuerza. Y esto es lo que da a la guerrilla clandestina o permanente la posibilidad de golpear con ventaja táctica a esas unidades dispersas. En otras palabras, tanto en la situación defensiva de tener que controlar y resguardar el orden interno y el territorio ante la acción de la fuerzas irregulares, como en la situación ofensiva de perseguir e intentar acosar para fijar a las fuerzas irregulares, y el ejército enemigo se ve por igual obligado a dispersar fuerza, y el dispersar fuerza le estaba ofreciendo la ventaja táctica que la guerrilla debe aprovechar para golpear y aniquilar. Por igual, en ambas situaciones, el enemigo para evitar ser aniquilado debe volver a concentrar fuerzas pero al hacerlo pierde control del orden social y del territorio y pierde movilidad, con lo cual la guerrilla se fortalece política y militarmente. Esta en la dialéctica que permite acumular fuerza política y militar enfrentando un gobierno dictatorial y un ejército regular reaccionario con formas irregulares de lucha.
Como hemos dicho anteriormente, es el aprovechamiento máximo de esta contradicciones políticas y militares en las condiciones específicas de nuestro país y sociedad lo que nos lleva a concebir el desarrollo múltiple de fuerzas de inicio de la lucha guerrillera:
Las Unidades Clandestinas de Milicias Populares de resistencia, cuyas tareas principales: autodefensa contra represión (castigo a soplones a agentes en frentes de masas, diversión de aparatos represivos, seguridad en lucha abierta de masas, etc.) acciones directas de apoyo a la lucha de masas (sabotajes, en acciones de presión sobre sectores patronales, funcionarios de la dictadura, etc.) de propaganda de la resistencia (clandestina y armada menor) y de cooperación con las fuerzas guerrilleras de la resistencia (cooperación informativa, logística, de diversión).
Las Unidades del Ejército de Resistencia Popular (en su etapa guerrillera) que a su vez serán de tres tipos:
-unidades guerrilleras clandestinas urbanas y rurales, que operan dando sus golpes (sabotaje mayor, propaganda armada, acciones directas, acciones de abastecimiento, acciones de atentado y castigo a la represión, acciones de emboscada y aniquilamiento de pequeñas unidades enemigas, golpes comando).
-unidades guerrilleras semi permanentes, que son pequeñas unidades rurales (no más de diez combatientes) que combinan las forma clandestinas y abiertas de lucha, operando temporalmente con fuerzas permanentes para diluirse en la clandestinidad, cambiando de escenario (opera tanto en zonas llanas como montañosas), según lo exijan las necesidades operativas o la presión represiva. El mismo tipo operaciones de las anteriores.
-unidades guerrilleras permanentes que operan principalmente en zonas de cordilleranas y montañosas a lo largo de todo el país y en ambas cordilleras (Costa y Andes), las cuales tendrán como función la acumulación de fuerza militar estratégica. Harán el mismo tipo operaciones anteriores en mayor dimensión .
la estructura básica de todos estos tipos de unidades debe ser la misma :
grupos de combate (de cinco combatientes)
escuadra (de 10 a 11 combatientes) y compuesto por dos G. C.
pelotón (de 30 a 33 combatientes y compuesto por tres escuadras)
compañía (90 a 110 combatientes y compuesta por tres pelotones)
La organización interna estas unidades, especialidades y tipos de armas, dependerá de si ésta es clandestina, semi permanente o permanente, opera en un teatro urbano o rural y que tipo de unidad es (de escuadra, pelotón o compañía). En el caso de fuerzas guerrilleras clandestinas urbanas y rurales operarán primordialmente a nivel de grupo de combate, pudiendo ante determinadas exigencias operativas unirse en la acción pasando a operar durante esta, escuadra, dos escuadras o pelotón. En el caso de la guerrilla semi permanente podrá, de acuerdo a la forma (clandestina o abierta) en que esté operando, recurrir a dispersar sus fuerzas en grupos de combate o escuadras. Las unidades de guerrillas permanentes constituirán escuadras o unidades superiores.
Como hemos dicho, en el inicio de la etapa guerrillera de lucha militares los dos tipos básicos de organización militar son las Milicias de Resistencia Popular con sus tres tipos de guerrilla (clandestina, semi permanente y permanente). Esto implica que tanto las Milicias, como el Ejército, son organizaciones que pasan a estructurarse en forma separada del Partido, con su propia línea de mando militar local, regional y nacional, sus estados mayores, su aparato logístico, de comunicaciones y de información militar. Los miembros de la milicia y el ejército no tendrán la exigencia de ser miembros del Partido, aún cuando sí el Partido se organizará y funcionará como tal constituyendo bases o células en el seno de estas organizaciones militares, realizando una permanente labor de fortalecimiento ideológico y de formación política, procurando ganar para el partido los más destacados combatientes y los mandos militares.
b) Etapa de bases guerrilleras y constitución de unidades regulares: el etapa inicial de la lucha irregular la crisis tal acumulación de fuerza militar se logra con el desarrollo de las guerrillas permanentes, que se apoyan en el dispositivo estratégico nacional de cooperación con las guerrillas clandestinas y semi permanentes. En esta etapa, por un período prolongado las guerrillas permanentes y no logrará la acumulación de fuerzas como para poder llegar a controlar y defender militar es usted ningún territorio. aunque adquieran una creciente fortaleza y ventaja técnica, todavía la supremacía estratégica el enemigo será muy superior impidiéndoles fijarse en la zona, y deberán entonces mantener una permanente movilidad.
Sin embargo, el desgaste y desmoralización de la fuerzas enemigas el desarrollo fortalecimiento de los tres tipos de guerrillas (clandestinas, semi permanente, permanente) la partida de iniciativa y obligada dispersión de fuerzas enemigas, permitirá en un momento determinado a las guerrillas permanentes más fuertes (creen llegado a nivel de batallones) pasar a controlar militarmente franjas territoriales y establecer zonas guerrilleras.
Una base guerrillera es la región de relativa seguridad controlada y defendida militarmente por el ejército guerrillero, donde pueden instalarse urbanismo fijos de dirección política y militar, donde se pueden formar cuadros o instruir tropas, fabricar armas y municiones, y producir alimentos y asegurar una logística, tener hospitales de campaña, una radio, etc.. En otras palabras una base guerrillera es una retaguardia propia al interior del país.
Una base guerrillera sólo supo establecer cuando la guerrilla adquiere la suficiente fortaleza como para controlar realmente una zona, ser capaz de contener y aniquilar ofensivas de las fuerzas contra guerrilleras sin perder la incentiva y pudiendo y de ella lanzar nuevas ofensivas guerrilleras hacia zonas circundantes, la base guerrillera debe tener una fortaleza tal que le cierta estabilidad aún cuando la experiencia de guerras revolucionarias (Vietnam, Corea, china, etc.) enseñan que ante ofensivas mayores de fuerzas regulares las fuerzas revolucionarias pueden verse obligadas a abandonarlas.
La base guerrillera permite el desarrollo de los factores cualitativo en la guerra revolucionaria:
a) El establecimiento de un poder popular alternativo al poder burgués
El establecimiento de una base guerrillera fuerte y estable permite el desarrollo de las formas abierta de poder popular, la organización de una administración civil revolucionaria que constituye el germen del menor estado revolucionario, el desarrollo de formas sociales y económicas revolucionarias, la creación de realizaciones de masas abiertas, y entre éstas de milicias populares abiertas de autodefensa y guerrilleras.
b) La constitución de unidades regulares del ejército popular
Para constituir unidades regulares revolucionarias no basta la acumulación de fuerzas militares suficientes, sino además y necesario una retaguardia geográfica donde podamos organizar y instruir estas unidades regulares y desde donde podamos asegurarles una red logística si la cual unidades de este tipo no pueden operar.
Si bien en la etapa en que la lucha guerrillera ha acumulado suficiente fuerza como para establecer bases guerrilleras (y en esta base es el poder popular y el inicio de la constitución de unidades regulares) El teatro donde se darán esta mayor acumulación de fuerzas será el rural, no puede pensarse en que este proceso se de como un desarrollo rural de las fuerzas revolucionarias llevaba envolviendo las ciudades pasivas. Menos aún puede pensarse esto en un país como nuestros en el que el eje de la economía pasa por sectores urbano-mineros, en que la mayoría de la población trabajadora se sitúa en centros urbanos y muchos de los trabajadores rurales en pueblos, en que los centros del aparato estatal y la lucha política nacional se encuentra en las grandes ciudades y en que la clase obrera industrial y minera tienen una decisiva incidencia en la lucha de clases nacional .
En un país como el nuestro rublos al incluso por sus características geográficas, no es posible concebir que en las zonas rurales pueda acumularse la fuerza guerrillera permanente suficiente para establecer bases guerrilleras y constituir unidades militares regulares, si no se ha logrado extender al mismo tiempo a un nivel superior la lucha guerrillera clandestina en las ciudades y Arias rurales adyacentes a las zonas urbanas y principales vías de comunicación y transporte longitudinal y transversal.
Es que la acumulación de fuerzas guerrilleras no pueda darse a niveles superiores en zonas urbanas se debe a que en las ciudades que enemigo puede operar fácilmente a con su fuerzas regulares, tiene un pleno control territorial y una gran movilidad que le permite ser que ha y concentrar enormes fuerzas en muy corto tiempo: algo similar ocurre en zonas rurales planas, con caminos para vehículos motorizados, si muchas agitación. En estas teatros de operaciones puede desarrollarse extensamente a las pequeñas unidades guerrilleras clandestinas de hasta diez hombres (escuadra) y preferentemente de 5 (grupo de combate). Por cuanto se trata de concentrar sobre estas cantidades y se vuelve muy difícil que pueda pasar desapercibidos. Incluso es muy difícil que un grupo de combate de cinco hombres pueda ser permanente puedan haría mucho la atención que este número de hombres jóvenes vivan solos en una casa de vecindario: de aquí que en las ciudades y diaria rurales incluso a los miembros de un grupo de combate no puedan concentrarse sin tomar medidas de cobertura que les permita evitar sospechas, y más aún cuando debe movilizarse por la ciudad con su armamento para aproximarse o retirarse del objetivo de una acción. Estos factores ponen una limitante objetiva a la acumulación de fuerza combativa en los sectores urbanos y rurales transitables. Debe sólo constituirse y operar con pequeñas unidades (G.C) y cuando se requiere concentradas más fuerza para una operación deberá hacerse uniendo los grupos de combate sólo en el momento de la acción. La experiencia enseña que para ciertas operaciones de mayor envergadura, puede llegar a concentrarse en la acción un pelotón e incluso una compañía, pero esto no es nada aconsejable pues implica enormes viejos de detección por parte del enemigo, con mucho recurso logísticos, rompe la compartimentación, facilita golpes mortales a la infiltración y dificulta la movilidad. En todo caso jamás podrán en estos teatros de operaciones constituir seguridad permanentes de esa envergadura y tampoco será posible cubrir el acción unidades mayores. Estos teatro de operaciones urbanos tienen entonces un trecho muy bajo acumulación de fuerza. Pese a ello lo que obliga a escoger sola rurales o cordilleras, difícilmente transitables, terreno quebrado y o con vegetación tupida, donde las características del terreno o impidan al enemigo operar con su fuerzas regulares, protejan a las fuerzas irregulares dificultando su detección, acoso y fijación, y a la vez faciliten las acciones de emboscada y otras acciones armadas de rápida decisión.
Pero aunque en tales zonas urbanas y rurales llanas y transitable no pueda concentrarse unidades guerrilleras mayores, la acción de pequeñas unidades guerrilleras clandestinas que opera en con iniciativa, audacia, secreto, sorpresa y rapidez, pueden aceptar devastadores golpes enemigo en el orden propagandístico, en el sabotaje de la economía, en las comunicaciones y transportes, a la logística militar, a sus dirigentes, y instituciones estatales, el haber estrechamiento revolucionario, en la dispersión de decenas de miles de efectivos, y que incluso en el aniquilamiento de tropas y medio militares (aviación, tanques, etc.) mediante rápidas y fulminantes emboscadas y acciones comandos. La acción de este tipo de pequeñas unidades guerrilleras clandestinas será un factor decisivo para el debilitamiento político y militar del enemigo, para la desmoralización de su tropa, para la dispersión de su fuerza, y el aniquilamiento de tropas y medios. Es por lo tanto, un factor decisivo para hacer posible la acumulación de fuerza guerrillera permanente y estable se bases guerrilleras.
Otro aspecto vital que no puede pasarse por alto es la coordinación entre la lucha reivindicativa y política de masas, y la lucha militar revolucionaria. Tampoco es posible concebir un desarrollo superior de la lucha guerrillera sin que esté enmarcado en un gran avance de la lucha social y política contra la dictadura. El desarrollo de la resistencia política y de masas constituye un arma fundamental en el debilitamiento de la dictadura y en la desmoralización de su fuerzas armadas, pero por sobre todo es el sostén de la lucha militar revolucionaria. Sin el apoyo de una resistencia de masas que propagandista de la lucha guerrillera, que apoye en recurso logístico, que proteja con su información y secreto a la lucha guerrillera, que apoye con su lucha reivindicativa y una política coordinada, la guerrilla no podrá desarrollarse a niveles superiores.
7. Etapas superiores de la guerra popular: el equilibrio y la ofensiva estratégica
A) La etapa de equilibrio estratégico
La constitución de la bases guerrilleras hemos visto que permite en dos cambios cualitativos de la guerra popular y revolucionarias: el establecimiento del poder popular y la constitución de unidades militares regulares. Desde el punto de vista militar, este salto adelante tiene vital importancia porque permiten el paso a niveles superiores de lucha.
Por una parte, el establecimiento del poder popular alternativo abierto al estado burgués, el desarrollo de formas revolucionarias y el desarrollo de organizaciones militares abiertas de masas, como son las milicias populares abiertas de autodefensa y rellenas, permití una masificación organizada extraordinaria de la lucha militar revolucionaria lo cual incidirán fuertemente en la correlación de fuerzas político-militar estratégica.
Por otra parte, la constitución de unidad revolucionaria regulares (a niveles de batallones, regimientos y brigadas), permite el paso a la forma de guerra popular móvil y enfrentar frontalmente las fuerzas militares regulares de la burguesía, golpeando y aniquilando unidades regulares. Estos dos factores serán los que permitirán llegar a un cambio global de correlación de fuerzas militares, y a una situación de equilibrio estratégico, y pasar mediante la extensión de las bases guerrilleras y territorios conquistados al poder enemigo, a establecer zonas liberadas del país.
La capacidad de conquistas zonas liberadas del país hace viable y exitosas también formas superiores de violencia de masas como son las insurrecciones parciales de masas apoyadas en el ejército revolucionario.
El establecimiento de zonas liberadas es también un factor de cambio cualitativo por cuanto permite, al controlar zonas extensas del país, establecer un gobierno popular y revolucionario en dichas zonas y facilita la legitimación internacional de una apoyo militar del movimiento revolucionario mundial.
Se crean así las condiciones para romper el empate estratégico.
B) La etapa de la ofensiva estratégica
La etapa de ofensiva estratégica en la guerra popular es cuando la fuerza revolucionarias logran romper el empate de las correlaciones de fuerzas globales, aceptando golpes estratégico decisivos que aniquile la fuerza principal enemiga y permita a la fuerza revolucionarias conquistar el control político y militar del país. La ofensiva estratégica, que por lo común coincide con el desarrollo de insurrecciones parciales o insurrección general en el país, es la forma que en la guerra popular y revolucionarias, el momento militar de la conquista del poder proletaria.
La experiencia de las guerras revolucionarias recientes indican que en la etapa de la ofensiva final, y muchas veces la de equilibrio estratégico, la guerra nacional sufren comúnmente un proceso de internacionalización pues la intervención imperialista directa, obliga a su vez a recurrir al apoyo a internacionalista del movimiento revolucionario mundial.
Otra característica que se tiende a repetir en estas etapas de la guerra en su regionalización porque el desarrollo de lucha militar revolucionaria a niveles superiores en un país, y va por lo común, a que también se desarrolle la guerras visionaria en los países de la región. Es el caso de América latina, y el propio cono Sur, en que los procesos sociales (por sobre sus características específicas) tienden a desarrollar se contemporáneamente repercutiendo lo que ocurre en un país fuertemente en otros, les lo más probable que la guerra revolucionaria se le regionales.
8. Etapas y saltos en el desarrollo de la guerra popular
A la guerra popular y tenderá invariablemente un carácter prolongado y el desarrollo de la fuerza militar revolucionaria tenderá a pasar por las etapas señaladas. Sin embargo, no debe confundirse el grado guarismo que se deduce al exponer en el texto; la lógica y acumulación de fuerza militar revolucionaria con la forma histórica concreta mucho más rica con que se den estos procesos en la realidad.
Lo primero que habría que anotar es que pocas veces estos procesos han tomado históricamente la forma de un procesó gradual, sostenido, de acumulación revolucionaria, sino que por lo general estos procesos recorren irregularmente etapas de avances, retrocesos y nuevos avances.
Tampoco hay que descartar que un mismo proceso de tierra revolucionaria tome formas políticas distintas y mantengan las mismas formas de lucha militar; tal vez por ejemplo, el caso de la lucha guerrillera del movimiento revolucionario chino que, estando en lucha contra la fuerza revolucionarias del comentan cuando sobrevino la invasión japonesa durante la segunda guerra mundial debió llegar a un entendimiento para enfrentar al invasor, y una vez derrotado y expulsado éste del país volvió nuevamente a enfrentarse con la reacción interna. Podría también darse el caso inverso en que el único objetivo político pueda llevarse bajo formas militares distintas a, como el caso de los revolucionarios vietnamita que mientras desarrollaban la lucha guerrillera contra el invasor japonés devino la derrota en la segunda guerra mundial de éste, lo que les permitió dar un salto adelante desatando la insurrección apoyada en las unidades guerrilleras y tomar el poder, estableciendo un gobierno popular revolucionario que controló el país, por corto tiempo pues el retorno de los colonialistas les obligó a replegarse y volver a las formas de luchas irregulares.
En la guerra contra las dictaduras en América Latina y también en nuestro país, no podemos descartar a priori que pudiera ante una situación de extremo debilitamiento de la dictadura y de fuerte avance político militar de la resistencia, el imperialismo y la burguesía monopolizar local recurrir a un recambio burgués civil o militar que haga concesiones democrática restringidas y temporales para intentar arrebatar a los revolucionarios las banderas democráticas y dividir el movimiento popular. Coyunturas como éstas pueden exigir tener la flexibilidad de llevar readecuaciones políticas e incluso en la aplicación de la línea militar. Lo importante es que los revolucionarios mantengamos inflexible nuestra línea de acumulación fuerzas militares independiente de la burguesía, concientes de que cualquier intento de readecuación burguesa por más que se cubra de las banderas democráticas no puede ser consecuente con ellas y no tardarán en derivar en un régimen igualmente dictatorial y represivo que el actual, que sólo podrá ser derrotado mediante la guerra revolucionaria.